27 abr 2007

Qué diario. 20 de septiembre de 2006

Carta de medianoche VII
Hola!
¿Qué tal? ¿Cómo fue el día?
La verdad es que hoy no sé muy bien qué contarte, como nos estamos terminando de meter en la rutina, pues ando un poco descolocada, y no se me ocurren muchas cosas.
¿Quizá algo de este verano? ¿Sí? Venga, que es un tema recurrente y siempre agradable cuando hay tanta basura en el mundo exterior.
Una de las cosas que hice este verano fue ir a un pueblo que está de camino a Burgos. Bueno,realmente está un poco más desviado, pero desde Madrid, hay que ir como para Burgos. El pueblo se llama Maderuelo, y realmente merece la pena ir a visitarlo ¡en serio!
De momento, nos hemos apuntado ir fuera de la festividad que tocaba, por que sólo conocemos el caso antiguo (creo que es) y me da la sensación de que tiene mucho más para ver.
El caso es que el último fin de semana de agosto, este pueblo se "disfraza" por completo, en una Villa del siglo XII. Desde las calles, hasta la gente: la puerta de entrada al casco antiguo, se convierte en un puente levadizo de un antiguo castillo o ciudad fortificada; un bando municipal prohibe el tránsito de vehículos a motor; las cabinas telefónicas están convenientemente camufladas; los bares cambian sus carteles por otros que son como los de aquellos años: un pendón, o una tabla con el nombre de la posada (La Taberna Templaria, por ejemplo). Es trasladarse por completo de época.
Luego la gente. Casi todo el mundo va vestido a la manera del siglo. ¿Que cómo saben cómo es? Fácil. En la página web te dan ideas para eso. ¿Que quieres ser un caballero? Tienes ideas ¿Que quieres ser una tabernera? También. (Aquí el enlace a la página de Maderuelo: http://www.maderuelo.com/siglo12)
Bien. Además de la caracterización del lugar y de las gentes, por supuesto, no pueden faltar actividades para que haya cosas que hacer y que ver. En vez de ponerme en plan guía turístico, os cuento lo que hicimos nosotros, que seguro que es más ameno :D
Llegamos como a las 11 y pico, casi las 12, y dejamos los coches en un parking que habían habilitado a tal efecto. Yo no sé, pero la población debe aumentar en un montón de miles de personas, o de coches, y a pesar de todo, conseguimos aparcar bastante bien.
Fuimos andando hasta donde se veía más movimiento, que es a partir de la puerta que os hablé antes. Esa puerta daba entrada a una calle larga. A ver si soy capaz de describirlo: Nada más atravesar el puente levadizo, das con una pequeña plaza, a tu izquierda, la Posada de los Templarios (y creo recordar que una callecita), de frente, la plaza, donde había un humilladero, creo que se llaman estos elementos de tortura. El aparato en cuestión está montado sobre un pequeño escenario. Consiste en dos tablones de madera unidos por un lado mediante bisagras. En el centro hay un agujero para poner la cabeza, y a los lados de éste dos más pequeños para las manos. Está colocado de tal modo que el preso tiene que ponerse de rodillas. Se usaba para los reos, para que la gente los viera bien y se burlara de ellos (de ahí el nombre) Por supuesto, todos nos hicimos la foto de rigor. Sigo describiendo.
Detrás del humilladero, hay una casa, que tiene un jardín tapiado, de estos que no tiene hierba ni nada, donde vimos la representación del prendimiento de una bruja por unos templarios: "¡Abrid presto, en nombre de la ley! ¡Daos presa!". Al lado de la casa hay una calle estrecha, que llamaremos la calle principal.
Después de ver el prendimiento, seguimos por la calle principal, y un poco más allá, a la izquierda, hay una plaza pero... ¿A qué huele? ¡Dios, qué hambre! ¡Qué chorizos! ¡Cómo huelen! ¡Qué "pecao"! En la plaza, además de degustar un vino rico, y unos chorizos más ricos y un queso, y... (voy a empezar a babear, mejor me callo) hay unos artesanos. Al llegar a la plaza, lo primero que ves es un patíbulo. Una vez distraída la curiosidad morbosa (no suelo serlo, pero tengo que confesar que no había visto uno tan de cerca nunca) A su lado, un alfarero hace presentes para las niñas que se acercan a mirar. Y explica a los mayores cómo se hacen los jarrones y canastos de arcilla. Al otro lado del patíbulo, un puesto donde me compré unas piedras (por la noche, eso sí) con ánimo de usarlas de amuleto y un artesano que tenía armas: espadas, ballestas, arcos, flechas, escudos... una delicia. Lo siguiente, era un artesano de la piedra. ¡Qué cosas más bonitas hacía! Iba explicando las distintas técnicas para tallar la piedra, y para que no rompiera. ¡Impresionante!
Una vez repuestas fuerzas con el aperitivo, volvemos a nuestra calle principal. Seguimos subiéndola, y nos encontramos con otra plaza más, la de la Iglesia. Allí tuvimos mucha, muchísima suerte, y un señor que nos vió de "pardillos curiosos" nos invitó a tomar algo delicioso: pan con vino y azúcar. ¡¡Qué bueno!! En la plaza de la Iglesia, mientras rematábamos el pan, tuvimos la oportunidad de ver a unos templarios luchando con las espadas. Cuando más embebidos estábamos, uno de los que venía en el grupo, dió un grito ¡¡gente, que ahora es lo de la catapulta!!
Ya hasta nos habíamos olvidado de la catapulta. ¡Menos mal que estaba al lado! La calle principal desemboca en la plaza donde estábamos, y teniendo de frente la Iglesia, hay una calle que sale por un costado a la derecha, y otra por el otro costado a la izquierda. La de la derecha da a un mirador, desde donde se puede ver un pantano. En medio del pantano, al lado de un puente, han puesto una plataforma, que aunque no la ví de cerca, eso no podía tener más de un metro o metro y medio cuadrado. La distancia de la catapulta a la plataforma es considerable (y en alto) y el espectáculo era que tiraban tres sandías para dar a la plataforma ¡en uno de los disparos casi lo consiguieron! Fue muy bonito.
Después de eso, fuimos a comer y lo hicimos muy rebién (toma palabro recién inventado), por cierto.
Y como este post ya es muy larguísimo, lo que hicimos por la tarde te lo contaré otro día ¿te parece bien?
Saludico

No hay comentarios: